lunes, 2 de agosto de 2010

En el pais de los ciegos...




Conflicto.
La necesidad de medir el poder que ostenta cada uno, no es algo exclusivo del reino animal. En el reino de las señales de tráfico existe una guerra oculta. Una lucha sin cuartel por ver quién es capaz de aturdir más a los usuarios. Los heraldos de la señales horizontales pugnan por el favor de los reyes verticales. Las bandas de carteles informativos trafican con pintura reflectante. Las modas se imponen, millones de piercings a base de LEDs adornan las antiguas señales que se acicalan para no perder vigencia.
En este caso la pequeña señal planta cara a la más alta y aparentemente bien asentada. Su indicación de obligatoriedad está enfrentada. La tensión entre ambas es patente y nos la transmiten a los que, atónitos, observamos una escena que se repite día a día en la calle. Sólo sobreviven los mejor preparados. Una observadora neutral parece descansar cómodamente en su pared sin querer intervenir. La señales de prohibición siempre han tenido fama de insolidarias y no querer mojarse.
Por otra parte, hasta los enemigos más irreconciliables pueden, deben, formar un todo armónico y equilibrado. Aquí vemos como estas dos señales se complementan y estabilizan. Han llegado a la conclusión que a muchos de nosotros, los humanos, nos llevará varias existencias conseguir, que no es otra que, donde mejor estoy, es lo más cerca de algo que sea todo lo contrario a mi.
Claro que, a ver si lo que nos están recordando en realidad es que NO HAY DIRECCIONES ÚNICAS!!?? Parecería terrible darse cuenta a estas alturas de que siempre hemos seguido unos caminos trazados por los caprichos de unos dibujos de colores.

Place Snatchers

miércoles, 11 de marzo de 2009

Solo para iluminados


Hace muchos años ya, tuve la oportunidad de viajar, por primera vez en mi vida, a un lugar extranjero, un país de centro Europa. Bueno, en realidad fueron varios países. Todos los sitios eran preciosos. Todos los olores y los rincones y las imágenes quedaron grabadas en mi memoria con mucha nitidez. Cada rincón escondía algo excitante, alguna cara, algún momento de incertidumbre. Me parecieron miles los kilómetros recorridos y sin embargo cada jornada que pasaba viajando, era un aliciente para descubrir más cosas.
Con el transcurso del tiempo, la vida cambia y, por circunstancias variadas, me fui recluyendo en mi mismo hasta tal punto que un día no logré salir de mi habitación. Cada vez que intentaba moverme de allí, una terrible angustia y mucho dolor físico me recorría todo el cuerpo. Cada palmo de pasillo se convirtió en una trampa. Cada loseta era un acantilado. Me parecieron miles los centímetros recorridos y sin embargo no tenia aliciente para descubrir nada más.

Los objetos viajan. Algunos apenas unos pocos milímetros, otros metros, quizá kilómetros. Los hay que orbitan a un ritmo planetario. Los hay que giran tan rápido que parecen estar completamente quietos. De lo que no hay duda es de que en cada movimiento descubren su razón de ser. Te comprendo amiga lámpara.


Place Snatchers

martes, 10 de marzo de 2009

Espérame en el cielo


Ya lo cantaba Antonio Machín. Y con todo el cariño y adoración, este pequeño cartel indicador nos sugiere sutilmente, muy práctico y ecológico él, dónde podemos aparcar todos los vehículos que queramos. Aunque, quizás lo que nos esta recordando es el sitio en el que acabaremos todos todos todos "aparcados" (siempre y cuando seamos buenos y nos portemos bien, claro).

Place Snatchers

Adiós a los cuentos de hadas

La calabaza se ha cansado. De estética alternativa, rechoncha, berrugosa, fea para algunos y poco valorada para la mayoría (salvo para algún hada de guardia bastante despistada) ya no quería seguir siendo el vehículo en el que los príncipes y las princesas se escapan a una vida mucho más perdíz. Ahora es ella la que quiere que la lleven a otro sitio, y ahí la tenemos, acomodada donde el copiloto. A lo mejor es el momento de darle la vuelta a los cuentos, ella ya ha dado un paso, o mejor dicho, ha dejado de darlos.
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lunes, 20 de octubre de 2008

El tiempo pasa. Time goes by.


El tiempo pasa. El Gran Hermano nos vigila. Este ojo Omnipresente se cuela en tu vida, en nuestras vidas. Observa. No juzga (O quizás si??!!). Encaramados en los sitios mas dispares, agazapados sobre monitores, empotrados en marcos de portátil, esperan su momento, se multiplican como legión. Nos recuerdan con su mirada fria e impoluta que Polifemo sigue con sus costumbres antropófagas devorando hombres, devorando almas, esparciéndolas por un cielo de círculos y palitos.
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domingo, 20 de enero de 2008

El duro invierno

Bien, bien, bien. Aqui tenemos, tras quizas demasiado tiempo, otra imagen en la que podemos observar como nuestros objetos entran en simbiosis.
Las prendas de ropa buscan el calor del radiador, desesperadas por conseguir ese poquito de calor que las haga reaccionar, recobrar el hálito y la tersura que produce el contacto con la piel, que aviva el olorcito del suavizante que llevan en lo mas interno de sus fibras; pobres ilusas. El radiador, orgulloso, inerte, sabe que no va a funcionar hasta que no llegue el duro invierno, momento en el cual probablemente no pueda ofrecerles su calor porque a ellas ya se las habran llevado. El lo sabe bien. Aguanta un verano tras otro, en silencio, en calma, mudo, acurrucado en el rincon como el perrito que espera la voz del amo que le indique que llega su momento. El radiador es un amigo fiel.

Place Snatchers

miércoles, 17 de octubre de 2007

En ocasiones...sobran las palabras


Bueno. Si. Es cierto. Sobran las palabras.

Pero ya que se trata de la primera colaboración que recibo para este sitio, y que además viene de un muy buen amigo, no tengo por más que hacer algún comentario, siempre a la espera de que el dueño de la cosa en si, haga su propia reflexión sobre cómo ha llegado a apoderarse de ese espacio y sobre todo de todos esos otros objetos.
Por mi parte, lo primero que se me ocurre decir es que creo que de este sitio vamos a poder deducir unas cuantas cosas interesantes de nuestros objetos: en este caso esta claro que la cinta andadora requiere de la presencia de zapatos sobre su superficie. Es como si, en un alarde de yonquismo, y no habiendo tenido suficiente con haber sufrido el estrés del corredor sobre ella, del goteo sudoroso al ritmo de música a 130 beats por minuto, necesitase de ese último e íntimo contacto con la suela del zapato, de muchos zapatos. Resulta hasta enternecedor, los acoge, los mima, les da el soporte que necesitan, su lugar en el mundo mientras alguien decide que es el momento de utilizarlos.
Mención aparte merece el "momento percha". En este caso el aparato de gimnasia nos dice a voz en grito: "vale, voy a ver que tal me queda tu ropa un ratito, y de paso mira que brazos tan fuertes tengo. Incluso podrías apoyarte sobre mi si ves que, en tu intento de frenética huida hacia ninguna parte, te notas desfallecer". Bueno bueno, creo que hemos dado con nuestra primera muestra de objeto que yo denominaría "sincero". Su afan esta en lo estático, no en lo dinámico. Su ser pide relax, no tensión. Su karma se vislumbra en el colorido del objeto que más llama la atención: ¡un bolso!. Es la antítesis de sí mismo. Un bolso para llevar cosas: ¿a dónde sobre una cinta infinita que no se mueve del sitio?. Un bolso para llevar cosas: ¿Cosas que te lastran e impiden avanzar más rapido?. Un bolso para llevar cosas: De colores vivos en este rincón oscuro.
Al fin ha llegado. Esta es la versión del dueño del artilugio en cuestión, y es que, en casa del herrero... veamos:
Tu, si, tu, es irónico pensar que estoy hecho par que puedas perder kilo, y sin embargo me has hecho ganar kilos de inútiles cosas, es humillante.
Me fabricaron para que pudiéramos sudar juntos, y hoy por hoy tan solo se producir y almacenar polvo. Desde mi ostracismo grito a tornillo herido: “Sácame a pasear y conviérteme para lo que fui creado, ¡holgazán!”

Place Snatchers