miércoles, 17 de octubre de 2007

En ocasiones...sobran las palabras


Bueno. Si. Es cierto. Sobran las palabras.

Pero ya que se trata de la primera colaboración que recibo para este sitio, y que además viene de un muy buen amigo, no tengo por más que hacer algún comentario, siempre a la espera de que el dueño de la cosa en si, haga su propia reflexión sobre cómo ha llegado a apoderarse de ese espacio y sobre todo de todos esos otros objetos.
Por mi parte, lo primero que se me ocurre decir es que creo que de este sitio vamos a poder deducir unas cuantas cosas interesantes de nuestros objetos: en este caso esta claro que la cinta andadora requiere de la presencia de zapatos sobre su superficie. Es como si, en un alarde de yonquismo, y no habiendo tenido suficiente con haber sufrido el estrés del corredor sobre ella, del goteo sudoroso al ritmo de música a 130 beats por minuto, necesitase de ese último e íntimo contacto con la suela del zapato, de muchos zapatos. Resulta hasta enternecedor, los acoge, los mima, les da el soporte que necesitan, su lugar en el mundo mientras alguien decide que es el momento de utilizarlos.
Mención aparte merece el "momento percha". En este caso el aparato de gimnasia nos dice a voz en grito: "vale, voy a ver que tal me queda tu ropa un ratito, y de paso mira que brazos tan fuertes tengo. Incluso podrías apoyarte sobre mi si ves que, en tu intento de frenética huida hacia ninguna parte, te notas desfallecer". Bueno bueno, creo que hemos dado con nuestra primera muestra de objeto que yo denominaría "sincero". Su afan esta en lo estático, no en lo dinámico. Su ser pide relax, no tensión. Su karma se vislumbra en el colorido del objeto que más llama la atención: ¡un bolso!. Es la antítesis de sí mismo. Un bolso para llevar cosas: ¿a dónde sobre una cinta infinita que no se mueve del sitio?. Un bolso para llevar cosas: ¿Cosas que te lastran e impiden avanzar más rapido?. Un bolso para llevar cosas: De colores vivos en este rincón oscuro.
Al fin ha llegado. Esta es la versión del dueño del artilugio en cuestión, y es que, en casa del herrero... veamos:
Tu, si, tu, es irónico pensar que estoy hecho par que puedas perder kilo, y sin embargo me has hecho ganar kilos de inútiles cosas, es humillante.
Me fabricaron para que pudiéramos sudar juntos, y hoy por hoy tan solo se producir y almacenar polvo. Desde mi ostracismo grito a tornillo herido: “Sácame a pasear y conviérteme para lo que fui creado, ¡holgazán!”

Place Snatchers

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